si caminabas entre los matorrales de la huerta o en medio del bosque. No te llamé, pero te busqué ávidamente, de aquí para allá. Y luché con la luz última y con las primeras sombras. Y las sombras me derrotaron. Solo entonces, cuando la noche cayó, comencé a llamarte a gritos. Pero ya todo era inútil. Volví unos instantes a la casa y me quedé como paralizado debajo del pequeño porche, estúpidamente paralizado. »Cuando reaccioné me