? Gira rápido la cabeza para escrutar la carita y vuelve a rozar así la mejilla infantil, provocando gemidos de protesta que le descomponen más todavía. -Es su barba, señor --dice una voz desconocida, mientras dos manos le alivian del tierno peso--. Soy Anunziata, la asistenta. Los señores acaban de marcharse. La mujer acomoda diestramente al niño en su cunita. -Tiene sueño; se dormirá pronto... Con su permiso, voy a continuar la limpieza