movía con lentitud la cabeza a un lado y a otro. Entonces el abuelo se detuvo junto a ella e, indignado, le preguntó si aún no se había enterado de que aquella joven era viuda y de que no tenía que guardar fidelidad a nadie. El niño se dijo entonces que la abuela siempre se ponía en contra de él y de los suyos. Cuando su madre le regaló otra novela de Verne, la abuela le dijo de malos modos que los libros de