a imponer sanciones al principal responsable del crimen: el gobierno soviético. Por su parte, los norteamericanos le siguen vendiendo trigo. Las naciones ricas de Occidente están corrompidas por el hedonismo y el culto al dinero; durante años se han encogido de hombros ante la suerte de millones en los países pobres y subdesarrollados; hoy están envenenadas por un egoísmo suicida que se disfraza de pacifismo. ¿No hay salida? Sería irreal y falso afirmarlo. El ciclo de las revueltas en