Texto contextualizado: |
le poco esperanzadora como el ceñudo silencio del comisario Flores me daba a entender que era. El cielo estaba ya gris cuando aparcamos junto a la tapia del manicomio y nos apeamos. El comisario dio unos paseos hasta que localizó el punto que estimó idóneo y, sin más trámite, hizo una señal a los dos policías que con nosotros venían. Sabiendo que era inútil ofrecer resistencia, dejé que me cogieran por los tobillos y las muñecas, que me columpiasen dos o tres veces |
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