Colgó la sotana harto de no entender al Papa y se fue a Nápoles a ganarse la vida con su trabajo en un colegio. El niño, sentado en la moqueta, se deleita con el contraste de esas voces, y atiende como si comprendiera la amistosa escaramuza de muchas mañanas. -Ya... ¿Y qué barbaridad decía aquel modelo de virtudes? -Una barbaridad del Evangelio. Esa de «Tienen ojos y no ven; tienen oídos y no oyen»,
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ATENDERI.1 - Aplicar [alguien] voluntariamente el entendimiento