murmujear como un palomo amansado!... Me crece dentro algo blando, tierno, ya ves... Antes me reía de eso: ¡cosas de mujeres!..., pero ahí está ese corderillo, ahí... » Esta última idea le asombró y, más todavía, sentirla sin avergonzarse. «¿Será posible? ¡Si yo hubiera sabido antes...! » Como tirando de unas riendas paró en seco sus cavilaciones al asomarse --como suele últimamente- a desconocidos