mozas de Roccasera ya eran tan cautas y reservadas como mujeres. En cambio, esta Simonetta..., ¡libre como un muchacho!... El caso es que hace bien, resulta hasta bonito, limpio», piensa el viejo, asombrandose de tener tales ideas. -No, todavía no hemos hecho el amor. No sé por qué... -y, súbitamente seria, continúa-. No habrá llegado la hora... No queremos empezar de cualquier modo. Romano dice