, para respirar tan de cerca ese olor corderil, el viejo duerme cada noche en alerta. Aun a través de la cerrada puerta le despiertan los primeros crujidos de la cuna al rebullir el niño... ¡Rápido!, si se retrasa un instante Brunettino llegará hasta la barrera maldita y empezará a luchar solo de la única manera que sabe, llorando y aporreando la madera... El viejo acude veloz y abre a tiempo de detener al angelito blanco acercandose ya a la puerta