cientos de sectas, pero el costo fue enorme: el Estado teólogo fue también Estado inquisidor. Con mayor furia que los obispos y los monjes, el Estado soviético ha perseguido a todas las desviaciones. Sus relaciones con los gobiernos satélites reproducen esta concepción teocrática de la política. A su vez cada uno de los gobiernos satélites postula una versión de la doctrina que es igualmente canónica y universal... dentro de sus fronteras. La doctrina, como la imagen en un espejo roto,