un hombre delgado de ojos pequeños. Les anunció sonriendo que acababa de llegar su hermano mayor: hacía cinco años que no se veían y tenían tantas cosas que contarse que seguramente pasarían toda la tarde en su cuarto. No le divertía la idea de dejarles solos, pero confiaba en su buen sentido: estaba convencida de que se portarían bien y jugarían todo el tiempo al parchís, sin armar jaleo. Miguel asintió, felicitandose por su buena suerte, y miró