tantos salvajes. El abuelo se volvió hacia él y le preguntó qué era lo que estaba haciendo allí escondido y por qué tenía que estar todo el tiempo escuchando las conversaciones de los mayores. Una mañana, muy temprano aún, le despertaron unas suaves caricias en la mejilla. Era la abuela, que, vestida ya para salir, le indicaba con un dedo en los labios que no hiciera ruido. Parecía alegre, sonreía con un guiño de complicidad. «Te he traído
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DESPERTARI.1 - Interrumpir o hacer interrumpir el sueño y (de)volver a la consciencia