que Miguel encontrara un loro dormitando en un viejo perchero de la Zona Deshabitada. El niño lo observó atónito mientras la luz entraba mortecina por los escuetos resquicios de puertas y ventanas. No podía comprender cómo había llegado allí. El loro descansaba con la cabeza doblada sobre el tórax, levemente erizadas las plumas de su cuello. Miguel acercó la mano para acariciarlo, pero él se despertó con un sobresalto y le clavó las esferas intranquilas de sus ojos. --No tengas miedo
TER:074.09
DESCANSARI.1 - Permanecer sin hacer esfuerzos. Reposar