la verde ramita en sus brazos, mientras le infunde su seguridad de viejo tronco bien arraigado en la tierra eterna. Llega hasta a olvidarse de la Rusca, en su obsesión por hacer hombre a ese niño, a quien no pastorean como es debido. Que no acabe siendo uno de esos milaneses tan inseguros bajo su ostentación, temerosos siempre de no saben qué, y eso es lo peor: miedo de llegar tarde a la oficina, de que les pisen el negocio
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PASTOREAR - Guiar y cuidar el ganado (fig. Educar)