pronto... ¡de pronto el cuello era blanco! Tomó apoyo en el marco de la puerta, cerró los ojos y volvió a abrirlos: La penumbra era tan oscura como antes, surcada de perfiles grises por toda iluminación. Contempló sus manos y le vino a la memoria el momento; sólo el momento aislado; ni antes ni después. Él no había intentado besarla, desde luego, esto es importante, no tomó el rostro entre las manos para besarla