. Quevedo, que vivió una decadencia y que era por lo tanto un gran perito en envidias y rencores, pone en boca de Escipión el Africano, vencedor de los cartagineses pero vencido por sus compatriotas, estas palabras arrogantes: Nadie llore mi ruina ni mi estrago, pues será a mis cenizas, cuando muera, epitafio Anibal, urna Cartago.1 1. Aníbal era palabra aguda. El soneto de Quevedo nos da una pista sobre otro posible sentido de la boga actual
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LLORAR - Derramar lágrimas por cualquier causa: pena, dolor, alegría, rabia o similar