usura del tiempo, adherido a ellas cual si los olores de las sopas y guisos lo viniesen fijando al expandirse cada día. Al principio cruzaba algún comentario con el camarero, mas dejó de hacerlo porque en las respuestas de éste advertía un despego teñido por igual de suficiencia y temor. Los comentarios sobre la situación no podían ser otros que los habituales de bienvenida o despedida, más extenso este último por la costumbre del servicio a la antigua de recibir la propina directamente en