. ¿Cuándo llegaste? No le contesté en seguida, porque ese verbo en plural me cayó desagradablemente. Bastó la alusión a Daniela para sumirme en la tristeza. Yo creía que las viejas heridas habían cicatrizado. Por fin murmuré: --Anoche. --¿Por qué no te venís con nosotros? Hay cuartos de sobra. --Me hubiera gustado, pero mañana viajo a París --mentí para no exponerme a un encuentro que no sabía cómo me afectaría.