deslizando se convirtió de pronto en una claridad hiriente. Julián cerró los ojos, inclinó la cabeza sobre el pecho y Genoveva repitió: --¿Qué te pasa? Pero en ese momento, milagrosamente, el vaso había regresado, había nacido de las tinieblas, estaba cerca, a su lado; la luz había resucitado el vaso. Julián lo levantó por encima de su cabeza hundida y lo dirigió hacia Genoveva sin palabras. Ella entendió en seguida y se aprestó a llenarlo