-No las morderá. ¡ Ni que Brunettino fuera tonto! -replica el viejo sin volverse, y piensa: «De modo que tú puedes traerte el truco de las bombillitas y yo no tengo derecho al pandero de la verdadera Navidad, porque en Belén no había luz eléctrica... Si te pica, rascate. » El niño da el triunfo al viejo. Se lleva las sonajas a la boca, sí, pero no insiste. Las huele, incluso