lela asma, los insectos le abruman con mortificantes picaduras. Al comienzo de su vida en común, la esposa -a quien, entre paréntesis, no hemos tenido todavía el gusto de conocer como si, por una razón ignorada, se avergonzara de ella o, celoso como un turco, la mantuviera reclusa en sus aposentos a fin de sustraerla a nuestras miradas-- había intentado convertirle sin éxito en un adepto de los placeres campestres: aire limpio, atmósfera saludable