exiguo pero coqueto lugar, cómodamente instalado en el habitáculo, lee los mensajes garabateados en las paredes -en la mayoría de los cuales un experto grafólogo reconocería inmediatamente los rasgos de su propia escritura- con morosa delectación: KATIE, TE AMO. Un corazón sangrante atravesado por una flecha y los nombres enlazados de Charles y Magdalen. EL REVERENDO OS ESPERA EN EL JARDIN. Un poema en acróstico dedicado a las gemelitas. El silenclo del local, interrumpido sólo por gemidos, espasmos