que abusa de la buena educación del adversario, y cambia elegantemente de conversación: según me consta por incontables conversaciones privadas, mi gran amigo, el Président Papus, se siente dolorosamente afectado por. Poco a poco, los periodistas que empezaron el programa predispuestos contra él se ponen de parte suya: nuestro héroe -el de la pantalla- evoca almuerzos con gente importante, recepciones oficiales en aeropuertos en el salón de invitados, las confidencias de Madame Papus, en petit comité,