instrucciones a su secuaz, una discípula con todo el aspecto de una prima fea y tonta venida de provincias, que repetía las palabras de la otra como un periquito, enriqueciendolas con un fuerte acento catalán. No sabías cuánto había durado la ocupación ni si el resultado del registro satisfacía a las secuestradoras: durante el lapso que habían permanecido contigo no habíais cruzado una sola palabra. Concluida la revisión de tu archivo, habían ido al lavabo a componerse y acicalarse, poner