se la bruma en razón de su coquetería en la materia y la eterna e inalterable peluca que parecía rejuvenecer con el tiempo, conforme se acentuaba el contraste con la faz de suyo marchita y la piel progresivamente arrugada. Durante la guerra había compuesto al parecer un himno a los voluntarios del frente, tal vez un oratorio para los caídos en el campo de batalla -había quien hablaba también de una canción titulada «la nana del huérfano»-, pero nadie, ni siquiera