a la vista de todos: ningún lugar mejor que el espacio público para disimular y proteger tus actividades. Elige un café muy concurrido o, mejor aún, uno de los asientos centrales de un cine porno y, mientras los espectadores contemplan absortos el primer plano de una verga rosa y cabezuda tanteando las orillas de una vulva insaciable, murmura la contraseña al oído de tu vecino --«¿Es usted también forofo de Julio Iglesias?»- y una vez asegurado por su