la amenaza profética trazada por una mano misteriosa en la pared de su palacio de Babilonia. ¿Qué diablos anunciaba aquel YA ÖZGÜR VATAN YA ÖLÜM pintarrajeado con nocturnidad y alevosía en el curso de la semana? El supuesto aborigen del Sentier contempla con despecho y rencor la sibilina advertencia de los emigrados. El, el patriota que, cargado de medallas, alumbra diariamente la llama de la tumba del Soldado Desconocido, se ve obligado a camuflarse y recurrir al secreto del alba para expresar