. Por fortuna para nosotros y los posibles lectores de estas páginas -a quienes tan escandalosa conducta sublevaría con razón, barriendo así los últimos vestigios de indulgencia y conmiseración por tan miserable y ruin personaje-, el apático e impasible sujeto conserva con todo un pequeño rescoldo de magnanimidad. Después de vacilar unos minutos -el tiempo de orinar como siempre en el lavabo, limarse las uñas, cerciorarse ante el espejo de que no le ha crecido una verruga y contemplar desde la ventana