, al mismo tiempo, es profundamente moderno: es el lenguaje de una resurrección. El aprendizaje de ese lenguaje significa redescubrir aquella sabiduría que han olvidado las democracias modernas pero que los griegos nunca olvidaron sino cuando, cansados, se olvidaron de sí mismos: la dimensión trágica del hombre. Las resurrecciones son terribles; si hoy lo ignoran los políticos y los gobernantes, los poetas lo han sabido siempre. Yeats lo supo: ...allá, en los arenales del desierto,