virilidad, la vuelve a poner rígidamente de manifiesto. «¡No puede negarse que es mi nieto!... Bien dicen que los niños se parecen más a los abuelos que a los padres... » Pero el gallardo espectáculo es aplastado una vez más por el implacable aparejo de plástico. «¡Qué barbaridad!» Anunziata hace entrar las piernecitas en las del pelele y vuelve al niño para abrochárselo por detrás. El viejo se enfrenta empeñosamente con el botón de