a los moros. Ya funciona la máquina, ya giran las implacables ruedas. --¿Guerras? ¿Por qué motivo? --No hacía falta. En aquel tiempo ellos eran moros y nosotros cristianos, ¿le parece poco? Advierte que su auditorio no comprende. Se explica: --Siempre hay motivo cuando uno quiere pelea y teníamos que quererla... Por ejemplo, les robábamos mujeres o ellos a nosotros, así que ¡guerra!... ¡Je, todavía se