ladrona de las peras?», piensa el viejo, divertido... ¡Cómo plantó a aquella fresca! Naturalmente, no presta atención al resto del diálogo, pues quiere acabar de arreglarse y recogerlo todo para que no se adviertan sus incursiones tempraneras. Pero de pronto vuelve a escuchar; ahora suena a disputa. -... tienes la culpa. ¿ Cómo se me ocurriría encargarte la gestión en Villa Giulia ? ¡Debí adivinar que acabarías chafándolo todo!