rosal, de tantísimos años, crecía hasta el arco de la puerta, hecho así en punta como en las iglesias. ¡ Presumían de rosal casi más que de panteón! Y como entonces me tenían cabreado, con aquellos matones a cazarme, dije: "pues les dejo sin flores a sus muertos". Una noche corté el rosal de dos hachazos, que era madera muy dura, ya te digo, pura fibra. Por cierto que de noche en los cementerios