no había sido dirigido contra su propio padre, pero no tenerlo de amigo preferido; sólo: «¿Qué tal? Adiós, ya nos veremos...» Paralelamente, la idea de convertirse en amigo íntimo de Javier le inquietó: con Javier sólo podría ir a jugar al fútbol al campo del colegio o al cine si invitaba David. De chicas, nada, porque las chicas que a él le gustaban no mirarían a la cara a Javier. Ya entraban por