mememe llamarme, aún de madrugada, yo te esperaba despierta. Apenas había dormido durante la noche. Salimos con la primera luz del amanecer. La brisa helada de la mañana me cortaba la cara. Había olvidado mi bufanda y tú anudaste la tuya alrededor de mi cabeza, dejandome sólo los ojos al descubierto. Dos hombres nos esperaban tras la cancela. Nos hicieron subir a un coche negro y nos condujeron hasta una tierra casi desierta. No parecían extrañados