vida que he llevado desde que me atrapaste! Miguel sintió luego cómo la abuela se alejaba por el pasillo gimoteando o refunfuñando. Después de la merienda, la abuela se quedó dormida en el sofá. A Miguel ya no le apetecía jugar al parchís y se dispuso a leer un libro de Tintín. Agus cogió otro y se entretuvo mirando los dibujos. Al cabo de unos minutos, Miguel levantó la vista del libro y le dijo a su primo acercate un poco