Deshabitada el aire era pesado, se notaba que aquella habitación no había sido ventilada en mucho tiempo. La voz de Agus sonó extrañamente cercana. --¿Tú ves algo? --Hay que esperar un poco, hasta que se nos acostumbren los ojos. Al cabo de unos segundos dijo: --Dónde estás. Dame una mano y sigueme. Creo que ya empiezo a ver. Agus obedeció y se adentraron aún más en aquella estancia. Miguel iba palpando los objetos