El desayuno lo prepara también su hija, pero hoy se ha retrasado... -¡Si son ya las diez, Hortensia! ¡Qué abandono! -Pobrecilla mía, demasiado hace, con todo lo que tiene. El viejo se acalora, pensando que todos los hijos son iguales. Pregunta qué suele tomar ella y, tras de oírlo, se dirige a la puerta.