el sueño o la tibia cintura de Niágara con el alivio de haber escapado a lo peor. Cuando la historia ponía a una mujer al borde de la ruta, esa mujer era siempre una desconocida, los caprichos de las historias que optaban por una muchacha pelirroja o una mulata, vistas acaso en una película o una foto de revista y olvidadas en la superficie del día hasta que la historia me las traía sin que yo las reconociera. Ver a Dilia fue entonces más que
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OPTARI - Decantarse por una opción entre varias posibles