cómo puede adoptar formas distintas sin dejar de ser amor. Recuerdo que el amor de mi infancia era mi madre. Me torturaba la idea de perderla; sufría cuando estaba enferma; quería vivir siempre con ella... En mi adolescencia amé a una amiga intensamente, del mismo modo perentorio y absorbente. Cuando me enamoré de un chico, cuando experimenté por vez primera eso que todos llaman amor, era el mismo sentimiento ya sufrido, las mismas señas de identificación: presencia permanente