El viejo comprende que eso no es suficiente y se siente como sorprendido en algo feo. Pero le viene un recuerdo exculpatorio: --Tampoco cuidamos niños y yo me ocupo del mío... Además, durante la guerra, en la partida, nos lo hacíamos todo: lavar, coser, guisar... Todo. La chica corta la corriente de la aspiradora y en el súbito silencio le mira con ojos brillantes: -¿Fue usted partisano? ¡Qué fantástico! Ahora les toca