, se conmueve ante ese cuerpecito tan tierno aún y ya capaz de viriles erecciones. Le habla de la verdadera Navidad, la Notala; no la aburrida ceremonia de esta noche. La de allá, la noche en que se siente nacer algo grande en el cuerpo y un tiempo nuevo en el mundo. «¿Sabes, angelote mío?», piensa para el niño, «en ese día hasta se mete uno con los ricos y no pueden denunciarte a los