a discutir la agresividad humana o animal y los dos profesores se enzarzaron acerca de la clave del comportamiento. Pero no pasa nada. Claro: en Milán son como niños, incapaces de pegarse como los hombres. El viejo lo lamenta por el profesor Buoncontoni, que le había caído simpático. Además, seguro que tiene razón. El otro indiscutiblemente miente, puesto que es alemán y, además, la negación del alma le convence al viejo porque así no tienen nada que
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LAMENTAR.1 - Experimentar contrariedad, pena o disgusto [por algo]