habla, ¡ era tan distinta de los ruidos montunos, arriba con el ganado! Las casas tan huecas me asustaban y yo me pegaba al cuerpo de mi madre buscando amparo, pero al revolverme, criscris, la paja de maíz protestaba en el jergón. Me quedaba quieto y entonces todo eran chasquidos, tableteos, chirridos alrededor..., ¡ qué sé yo! Como si la casa entera se meneara también sobre la tierra para acomodarse mejor y le sonaran las coyunturas;