maletín y salir arreando. --Aunque a la hora de la verdad --dijo-- me asaltó el miedo y abandoné la empresa. De no haber sido por tu tozudez, no estaríamos metidos ahora en este lío. --Eso --repliqué--, ahora voy a ser yo el responsable de lo que le pasa por su mala cabeza. ¿No se da cuenta de que probablemente son los destinatarios del maletín los que, furibundos, trataron de asesinarme a mí y dieron