.» Ella nunca había evocado, como antes solía el padre, Nochebuenas pasadas, festividades archivadas en el recuerdo, suavizadas por la neblina del tiempo ido. Siempre áspera y ácida en las fiestas. Por primera vez, y sin proponérselo, un fugaz rayo de comprensión desveló en David una pregunta: ¿Había sido feliz su madre alguna vez? A la pregunta siguieron otras: ¿Había disfrutado cuando niña o joven o recién casada de esa beatitud, esa dulzura