la superficie líquida, había convertido el primoroso tapiz en un revoltijo opaco de hojas sucias. Julián bebió un trago largo y frío de su copa. Sólo el martini rubio y transparente, sólo el brillante líquido encerrado en el cristal helado conservaba el color y el sabor del verano. III La había besado porque los demás esperaban que lo hiciera; también porque ella lo esperaba, y la única razón que no podía darse a sí mismo era que a él le apeteciera especialmente