explicárselos. No ha logrado reaccionar y por eso calla. Sólo al final pregunta, vacilante: -¿Y todos son así? -¿Así que? -pregunta la directora, alzando sus límpidos ojos aguamarina. Andrea se encoge interiormente, esperando el latigazo. -Así de..., de viejos y eso. Pero el candor de la directora es invulnerable. -¡Qué cosas tiene este don Salvatore!... Aquí no hay viejos, querido señor; somos la