que estoy loco. Muy pocos diferirán de su dictamen. Pero si en algo aprecia a las dos señoritas que entre la paz de estos castos muros reposan, no le cuente a nadie lo que me ha visto hacer ni vuelva a relatar la pesadísima saga que acaba de endilgarme. Por ahora no puedo revelarle más. ¿Me ha entendido? --No, señor. No he entendido nada y exijo de inmediato una cumplida y convincente explicación. Miré sin responder el