llegué a tu puerta, tan solitaria en otro tiempo, no me dejaron pasar. Había allí personas desconocidas que parecían haberse apropiado de tu cuerpo. Eran un médico forense y dos policías. Uno de ellos estaba muy delgado: advertí que los pantalones le quedaban muy anchos. Ya ves, en aquellos momentos de extremo dolor se destacaba ante mis ojos una realidad anodina, en la que quizás nadie reparaba. El médico escribía un informe en un papel. Cumplía su función